Helen Keller (1880-1968)

 

Helen Keller nació en Tuscumbia, una pequeña ciudad rural de Alabama, Estados Unidos el 27 de Junio de 1880 y a la edad de 19 meses perdió la vista y el oído debido a una fiebre en febrero de 1882. Su incapacidad para comunicarse en tan temprana etapa de desarrollo fue muy traumática para ella y su familia, debido a lo cual estuvo prácticamente incontrolable por un tiempo.

A pesar de sus discapacidades, muchos años después daría discursos acerca de su vida, e incluso escribiría libros sobre sus experiencias personales. Todo esto fue posible gracias a la gran ayuda e influencia de su  institutriz Anne Sullivan, quien  fue contratada en marzo de 1887,  misma que le enseño a leer y comunicarse con los demás, junto con llevar una vida disciplinada; el 15 de Abril de 1887, Helen asoció “agua” con las  letras a-g-u-a  que Anne le había deletreado en su mano, y aprendió 30  palabras mas hacia el final del día y nuca dejó de aprender.

Helen fue a la escuela de Cambridge para señoritas desde 1896 y en el otoño de 1900 entró a la Universidad de Radcliffe, siendo la primera persona sordo-ciega que podía alcanzar dicho reto.  Durante su estancia en la universidad, Helen  comenzó a escribir su primer libro  “La historia de mi vida”, que fue publicado en 1903.

El 28 de Junio de 1904, Helen se graduó con honores de la universidad; y en este mismo año en una exposición en San Luis habla por primera vez en público.

Durante la Primera Guerra Mundial, Helen tomó una postura de protesta. En la Segunda Guerra Mundial visitó a militares quienes habían perdido ya sea la vista o el oído durante el combate; y al finalizar la guerra, se dedicó a recabar fondos para personas con deficiencias audiovisuales.

Trabajo para hacer del “Braille”, el estándar de comunicación impresa para personas con discapacidades visuales. En octubre de 1961 Helen sufrió el primero de una serie de accidentes cerebro vascular, y su vida pública se fue cerrando.

En 1964, Helen fue galardonada con la Medalla Presidencial de la Amistad, el más alto premio para personas civiles otorgada por el presidente Lyndon Johnson. Un año más tarde fue elegida como La mujer del “Salón de la Fama” en la Feria Mundial de Nueva York.

Poco antes de su muerte en 1968, a la edad de 87 años, Helen Keller le dice a un amigo: “En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha.”

Falleció el 1º de Junio de 1968 en  Westport,  Connecticut dejándonos un legado de perseverancia y superación  pero sobre todo amor al prójimo.